El domingo pasado me acerqué a las Hoces del Duratón, a visitar al señor Otoño, todos los años por estas fechas aparece por nuestros campos desde hace mucho, mucho, tiempo atrás.
El señor Otoño es un poco huraño, algo cascarrabias, a veces tiene muy mala leche, hay días que nos deja a todos helados de frío, otros empieza a soplar tan fuerte que no deja títere con cabeza o cabeza sin sombrero, los más, empieza a llorar, no sé porqué, y no para, a veces sus lágrimas se hielan un poco y los campos aparecen vestidos de blanca pureza, pero el campo lo agradece, estaba ya muy seco.
El señor Otoño ya es muy viejo, tiene por lo menos mil años, pero a mí no me da miedo ninguno, tiene su corazoncito de niño, o eso creo yo, y nos regala bellos atardeceres, casi tan largos y suaves como creo que serán sus sedosas barbas blancas. Cuando sopla fuerte les quita las hojas a los árboles y con ellas juega y las coloca por aquí y por allá dejándonos bellos mosaicos en las praderas, a los arroyos también las lleva con su soplo y como barquitos navegan rio abajo, buscando el mar, muchas no llegaran, pero quien sabe que nuevas tierras verán, en el fondo tiene alma de niño, le gusta ver como se mecen en el agua.
El señor Otoño vive solo, duerme mucho y sin compañía, cuando él llega se va el caluroso verano y cuando él se va viene el gélido invierno, no tiene muchos amigos.
El señor Otoño nos deja un poco tristes y melancólicos, no sé porqué será, o que influjo tendrá. Los campos están mustios pero también sale su corazoncito de niño y como juguetes, en los pinares, y escondidas bajo los barrujos y hierbajos, nos deja multitud de colores, formas y paladares, algunas peligrosas pero bellas todas.
Cuando despierta el señor Otoño un aliento suyo resfría a todas las plantas que por allí estén y las deja heladas, la imagen es bella también, pero… ¡que aliento más frío tiene!
El señor Otoño es contradictorio como todo en la vida, nos da una de cal y otra de arena, pero yo le aprecio, por sus amaneceres tan blancos llenos de pureza, por sus atardeceres tan rojos llenos de pasión, por esos mosaicos de colores donde pasear, por esos días más calentitos de paseo y por los espejos que nos deja en los caminos cuando llora, donde mirarnos y recordarnos que cada cual tiene su otoño, después del verano y un poco antes del invierno.
7 comentarios:
Muy bonito, Esca. A mí me encanta el señor Otoño, cada año le recibo encantada por toda la belleza que nos trae.
Y ese río de chopos encendidos... qué recuerdos. Anda que no disfruté yo con el señor Otoño en el Duratón!!!
Un abrazo,
Ana.
Me alegro que te guste Ana,lo bueno que tenemos aun en nuestra comarca es que tenemos estaciones,y el paisaje cambia,
Un saludo Esca
Como tu dices, disfrutemos de esta estación Esca.
Que encuentres muchos bolets!
Un saludo otoñal
*
La estación del otoño nos llega después del verano y un poco antes del invierno,
En la historia o tema que trato o he querido reflejar es el paralelismo con la edad por la que todos pasaremos ,eso espero, en la cual nos comportaremos como el Señor otoño,un poco huraños,cascarrabias pero a la vez tendremos algún día un poco mas infantiles,simplemente recordando nuestra niñez,solo era eso,sin mas
Un saludo Esca
Una larga carretera,
entre grises peñascales,
y algunas humildes praderas.
Al fondo el Durtón y sus buitreras.
Está la tierra mojada
por las gotas del rocío
y la alameda dorada,
hacia la curva del río.
Tras los montes de violeta
quebrado el primer albor,
cabalga por la meseta
en su moto, un soñador:
El Esca
Muy bueno, Malvís.
Se pondrá todo rojo el Esca pero le encantará.
Er señó Malvis y señor Uge,ganas tengo yo de veros juntos,gracias Malvis por animarme con tu comentario estoy un poco bajo de moral,pero me encanta como dice Uge,
Un saludo a los dos Esca
Publicar un comentario